Buscar este blog

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La Gran Teoria del Big Bang



Es incuestionable que todas las teorías cosmológicas tienen algo de sueño, y mucho de imaginación; es posible que llegue a establecerse cuál de ellas expresa más ciertamente lo acaecido en el cosmos; pero todavía todas viven suspendidas en el borde de su descarte, pese a los avances logrados, tanto en materia de observación como en experimentos de laboratorios.

Afirmar que el universo no tuvo principio ni tendrá fin, o conformarse con no preguntar de dónde proviene toda la materia o la energía que habría formado el inconcebible y gigantesco átomo primigenio del Big Bang, es enterrar la cabeza en la arena. «Un tiempo o un espacio infinitos, se contesta, no tienen principio». Tal posibilidad es, lógica y naturalmente, incomprensible y nos hace penetrar en un terreno de pura especulación metafísica, pretendiendo explicar, con palabras que tienen sólo un sentido abstractamente matemático, un fenómeno todavía inexplicable.

Mi estructura personal no me otorga la capacidad de concebir algo sin principio ni fin. Viene a ser como un concepto ausente de mi mente la que he desarrollado a través de los procesos que he seguido en mi formación personal. Dentro de mi sistema de pensamiento, todas las teorías cosmológicas necesitan iniciarse en un acto de creación, no sólo de la materia y de la energía necesarias, sino también de las leyes o normas de conducta a las cuales habrán de atenerse en su devenir.

Ello presupone contestar preguntas que la ciencia no está, ni tal vez estará nunca, en condiciones de responder: ¿Y antes? ¿Y cómo? ¿Y para qué? El infinito sin término del espacio y del tiempo tengo que cerrarlo con un sencillo «no comprendo», «queda fuera de mis medios de entendimiento».

La experiencia que he podido acumular en el transcurso de mi vida me dice que todos los hombres que realmente saben y piensan, y he tenido magníficas oportunidades para comprobarlo, con excepción de algunos ciegos voluntarios o no dispuestos a abrir la profundidad de su pensamiento, están en una posición semejante; posición honesta y simple: no reemplazar la ignorancia por palabras o frases tan sin sentido como «generación espontánea» o «no me interesa, porque la ciencia no tiene cómo saberlo todavía».

Cuando los objetivos de orden personal son los de hacer ciencia, a mi entender, ello se cumple con mayor cabalidad cuando la modestia y la honestidad están permanentemente presenta para aceptar nuestras limitantes e incapacidades dentro del entorno en el cual nos desenvolvemos. La simple referencia a estas condiciones de orden ético nos enfrenta al gran mundo dentro del cual han nacido y se han configurado las imágenes y los conceptos capaces de ordenar lógicamente, según Einstein lo dijo, los fenómenos sensoriales; un mundo del cual el de la ciencia es humanamente hijo y sin el cual no podría existir el análisis de los fenómenos que lo conforman. Es el mundo de la inteligencia y del conocimiento, en el cual nacieron el ansia de saber, de verdad, y todo el vastísimo material de ideas que nos nutre espiritualmente. A él pertenecen ímpetus y estados tan significativos como el deseo de paz y de amor, como la atracción de lo bello y de lo bueno, como la búsqueda de la justicia y la lealtad que un día harán del hombre un ser realmente sabio y superior y que no pueden ser cuantificados porque, como lo advirtiera Max Planck, quedan fuera del dominio de la ciencia.

Finalmente, me corresponde precisar que lo que voy a exponer en este capítulo son conceptos de la física que no se derivan de otras disciplinas, ab initio. El desarrollo riguroso de los formalismos no corresponde a sus funciones, si no que el objetivo medular es la interpretación de fórmulas. O sea, usar el lenguaje matemático para llegar a la comprensión que se busca.

En el desarrollo de este capítulo, a veces, usaremos «sistemas de unidades» particularmente útiles en el ámbito docente. Con el objeto de facilitar la comprensión de esta metodología pedagógica, a continuación, describiremos, sucintamente, un cuadro con las expresiones más comúnmente usadas en esos sistemas de unidades.
PUEDES CONSULTAR TAMBIEN
http://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_del_Big_Bang
http://www.xtec.cat/~rmolins1/textos/es/univers01.htm

domingo, 29 de agosto de 2010

Los planetas



planetas del sistema solar









                                                                   






 venus 










   tierra










 marte 










jupiter










saturno



urano




neptuno




pluton






Los planetas giran alrededor del Sol. No tienen luz propia, sino que reflejan la luz solar.

Los planetas tienen diversos movimientos. Los más importantes son dos: el de rotación y el de translación.
Por el de rotación, giran sobre sí mismos alrededor del eje. Ésto determina la duración del día del planeta.
Por el de translación, los planetas describen órbitas alrededor del Sol. Cada órbita es el año del planeta.
Cada planeta tarda un tiempo diferente para completarla. Cuanto más lejos, más tiempo.
Giran casi en el mismo plano, excepto Plutón, que tiene la órbita más inclinada, excéntrica y alargada.

Forma y tamaño de los planetas

Los planetas tienen forma casi esférica, como una pelota un poco aplanada por los polos.
Los materiales compactos están en el núcleo. Los gases, si hay, forman una atmosfera sobre la superficie.
Mercurio, Venus, la Tierra, Marte y Plutón son planetas pequeños y rocosos, con densidad alta.
Tienen un movimiento de rotación lento, pocas lunas (o ninguna) y forma bastante redonda.
Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, los gigantes gaseosos, son enormes y ligeros, hechos de gas y hielo.
Estos planetas giran deprisa y tienen muchos satélites, más abultamiento ecuatorial y anillos.



Formación de los planetas

Los planetas se formaron hace unos 4.500 millones de años, al mismo tiempo que el Sol.
En general, los materiales ligeros que no se quedaron en el Sol se alejaron más que los pesados.
En la nube de gas y polvo original, que giraba en espirales, había zonas más densas, proyectos de planetas.
La gravedad y las colisiones llevaron más materia a estas zonas y el movimiento rotatorio las redondeó
Después, los materiales y las fuerzas de cada planeta se fueron reajustando, y todavía lo hacen.
Los planetas y todo el Sistema Solar continúan cambiando de aspecto. Sin prisa, pero sin pausa.

lunes, 23 de agosto de 2010

El origen del Universo

BIG-BANG                                                    
Está comúnmente aceptado que el Universo comenzó a formarse hace unos 15.000 millones de años de acuerdo con la teoría del "Big-Bang". La teoría nos dice que toda la materia, el tiempo y el espacio estuvieron originalmente condensados en un punto de altísima densidad desde donde, tras una tremenda explosión, inició su expansión como la superficie de un globo que se hincha.


Arno Pencias y Robert Wilson, premios Nobel de física de 1978, por la detección de "La microonda cósmica", midieron el eco residual originado por el "Big-Bang". También, por otros métodos, se ha confirmado la teoría de que las partes constitutivas del Universo están en expansión. Racimos galácticos, cada uno con miles de millones de estrellas como el Sol se van separando unas de otras a grandes velocidades.

El "Big-Bang" generó enormes temperaturas y sus consecuencias aún persisten en el espacio: la radiación residual suministra una temperatura uniforme y medible de 3º F. El Universo podría continuar su expansión hasta alcanzar la nada absoluta; o tal vez, en algún punto, iniciar un nuevo proceso de condensación en un largo recorrido hacia un nuevo "Big-Bang".

Durante las dos últimas décadas, se ha confirmado que el Universo no es un lugar tranquilo, sino que se trata de un espacio sometido a muy violenta actividad. Galaxias enteras continúan explotando, lanzadas por fuerzas gravitatorias de energía inimaginable. A su vez, ciertas estrellas de gran tamaño estallan en SUPERNOVAS, irradiando una energía equivalente a la de un billón de soles y proyectando al espacio despojos cósmicos que forman nuevas estrellas y planetas.


Agujeros Negros



La luz de las estrellas que explotan puede tardar millones de años en llegar a la Tierra. Se va aceptando la tesis de la existencia de agujeros negros en el centro de algunas galaxias. Estos están provocados por la existencia de núcleos de altísima densidad que no solo atraen y condensan la materia sino también la luz. En su interior pueden producirse nuevas explosiones gigantescas.






La galaxia en explosión

La galaxia M82 puede ser un ejemplo de actualidad de la violencia espacial. Nubes de hidrógeno gaseoso, equivalentes en masa a 5 millones de soles, fueron arrojadas del núcleo a 160 kilómetros por segundo.





Nuestro Grupo Gálactico

En él coexisten unas TREINTA GALAXIAS unidas débilmente por la gravedad. LA TIERRA se encuentra en la segunda galaxia en extensión, LA VIA LACTEA, en la que conviven 100.000 millones de estrellas, dispuestas en espiral alrededor de un núcleo y acompañadas de grandes masas de nubes y polvo. Nuestro sol está a 33.000 años luz de ese núcleo y completa una órbita a su alrededor en 225 millones de años. Este largo espacio de tiempo toma el nombre de "AÑO CÓSMICO".


La galaxia ANDROMEDA, conocida como M31, es la mayor del grupo local. Está a unos 2 millones de años luz de nosotros y tiene 130.000 años luz de diámetro. "Cerca" de nuestra galaxia pueden observarse otras más pequeñas como Sculptor, Formax, Leo I y II, la LMC y SMC, siendo estas dos últimas las más próximas. Las galaxias conocidas son de dos tipos: espirales y elípticas.

La materia original del universo y la formación de las estrellas



La materia original del Universo fue el más simple de los elementos conocidos, el HIDROGENO.

Durante el BIG-BANG las reacciones nucleares convirtieron el 20% del hidrógeno en helio, y las primeras estrellas se formaron por mezcla de 80% de hidrógeno con 20% de helio. El resto de la materia del Universo incluidos átomos más pesados, carbono y oxígeno, fue consecuencia de reacciones nucleares posteriores.



La Via Lactea

La VIA LACTEA es una galaxia de tipo espiral y completa un giro en 2 millones de años. Los brazos enroscados se comprimen por una onda de alta densidad cada año cósmico. Desde su formación se estima que ha sufrido varias compresiones que, a su vez, fuerzan la concentración de las nubes de gases y la formación de estrellas. Estas estrellas se rompen y dan lugar a nuevas nubes, de menor tamaño, que, al contraerse de nuevo, se convierten en nuevas estrellas. Nuestro sistema solar se pudo formar así, a partir de una nube contraída que evolucionó hasta llegar a formar el actual sistema de planetas.

En la actualidad los astrónomos están observando la gran actividad de la gran nebulosa Orión, visible desde la Tierra. La luz brillante que nos llega procede de un grupo de estrellas jóvenes muy calientes, el Trapecio. Detrás de la gran nebulosa visible existe una densa nube en la que se han identificado núcleos de alta densidad que atraen materia dando lugar a nuevas estrellas en formación.
En nuestro sistema solar los materiales más pesados se concentraron junto al joven Sol formando los planetas. Los más ligeros se acumularon produciendo la ATMOSFERA y los planetas más alejados del Sol.

EL SISTEMA SOLAR
--
-------
"Girando alrededor del sol, en el anchuroso
cielo, Urano, está la Tierra, Gea.
Sobre ella los humanos y los dioses, en permanente conflicto,
tratan de encontrar el Origen de un Universo
inmenso, inalcanzable, pleno de actividad de la materia y del tiempo".
-------
--


El Sol, una estrella de tamaño medio (1.400.000 kilómetros de diámetro), situada a dos tercios del centro de la galaxia, concentra el 99% de la materia del sistema solar. Suministra energía luz y calor, procedente de las reacciones nucleares que convierten el hidrógeno en helio. Su temperatura, en el centro, se mantiene entorno a los 15 millones de grados centígrados, lo que impide su contracción. Su masa central disminuye a razón de 4 millones de toneladas de hidrógeno por segundo. Cada gramo de hidrógeno quemado produce el calor equivalente a 100 billones de lámparas eléctricas. Todavía le queda combustible para seguir radiando energía durante miles de millones de años.


El séquito del Sol

El SOL es una estrella solitaria que se formó aislada, acompañada: de los nueve planetas y sus satélites, de planetas menores (asteroides) y de cometas y meteoritos. Su condición solitaria facilita el desarrollo de vida, pues cuando en un sistema hay dos o más estrellas los planetas que giran a su alrededor se ven sometidos a bruscos cambios de temperatura debido a la inestabilidad de sus órbitas.




Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno son los planetas exteriores, los "gigantes gaseosos", y están compuestos, esencialmente de metano y amoniaco. La masa de Júpiter es dos veces y media superior a la del resto de los planetas juntos. Plutón es considerado como el noveno planeta, pero algunos astrónomos le consideran un asteroide o una luna escapada de Neptuno con cuya órbita coincide a veces.


Júpiter y Saturno tienen unos diecisiete satélites cada uno cuyos sus diámetros varían enormemente. Ganímedes (satélite de Júpiter descubierto por Galileo) tiene un diámetro de 5.000 kilómetros y Deimos, satélite de Marte, no supera los 8 kilómetros. La Luna, a una distancia media de la Tierra de 384.000 kilómetros, tiene un diámetro de 3.476 kilómetros y una masa 81 veces inferior a la de la Tierra. Su órbita es de 27,3 días, el mismo tiempo que tarda en girar sobre su eje, por eso siempre nos ofrece la misma cara.

las distancias especiales

Estas magnitudes son tan enormes que se ha buscado un nuevo patrón para medirlas. A la distancia media que existe entre el Sol y la Tierra se le ha llamado "unidad astronómica" (ua). Los planetas interiores: Mercurio, Venus, Tierra y Marte (nombrados según su creciente distancia del Sol) se encuentran en una banda de distancia al Sol entre 0,3 y 1,7 ua. Entre Marte y Júpiter ( a 4,7 ua del Sol) se encuentran los asteroides. Los planetas exteriores se encuentran entre distancias al sol de 4,7 y 30,3 ua. Plutón desarrolla su órbita a una distancia media del Sol de 39,4 ua, cerca de 6.000 millones de kilómetros.